Los textos sobre los que he trabajado esta rescensión son Nuevos ambientes de aprendizaje para una sociedad de la información de Jesús Salinas, Tendencias en educación en la sociedad de la información de Jordi Adell, Nuevas competencias para la formación inicial del profesorado de Manuel Cebrián y La educación encierra un tesoro, informe a la UNESCO de Jacques Dellors.
La estructura educativa actual hace esfuerzos para adaptarse a la sociedad de la información, me pregunto ¿La integración de las NNTT en los centros tiene la llave para los problemas de la educación? ¿Puede el cambio de paradigma educativo por si solo cambiar el paradigma social?
Una vez revisado los cuatro artículos, desde mi punto de vista la visión holística que hace de las necesidades de la educación el documento de Delors supera y enmarca los demás enfoques.
El artículo de Adell hace una revisión del proceso histórico que han seguido los avances tecnológicos vinculados siempre al marco socioeconómico y desembocando en la época actual en plena transición hacia la sociedad de la información. Adell señala además las grandes trampas de esta nueva sociedad: la distinción entre información y conocimiento así como la falta de capacidad de abstracción ante la visión sesgada y mediatizada del mundo que nos presentan los mass-media.
Para Adell es la educación la que debe dar respuesta a estos problema. Habla de educación como sector, y cita el libro blanco de la educación y formación de la comisión europea que declara que "la educación y la formación serán, más que nunca, los principales vectores de identificación, pertenencia y promoción social”. Para Adell los cambios necesarios en el sector educativo no pueden estar en manos de la iniciativa privada y afirma que en el sector educativo son necesarios nuevos entornos, nuevos roles en instituciones, docentes y discentes y nuevos materiales.
En sus conclusiones Adell duda de si estamos ante la desaparición de la educación escolar tal y como la conocemos si no se adapta a los cambios sociales que están teniendo lugar y concluye afirmando que la educación en la sociedad de la información ha de ser un factor de igualdad social y de desarrollo personal, un derecho básico y no únicamente un producto de mercado.
El artículo de Salinas no habla de educación. Sustituye la educación por la formación y deja en el limbo el papel educador del centro educativo. En su visión desaparece el centro educador de personas y por tanto anula cualquier visión crítica del paradigma económico actual. Se centra en el proceso histórico y análisis de la influencia de las nuevas tecnologías de las instituciones de formación orientada a las necesidades del mercado laboral y el consumo individual. De hecho, los escenarios que plantea están claramente mediatizados por esta visión: el hogar, el centro de trabajo y los centros de recursos instruccionales ¿Asume que toda educación está en el hogar? ¿o que la educación es un proceso instruccional?.
A partir de ahí las implicaciones que tienen las nuevas tecnologías en el rol del alumno-usuario y del profesor son meramente utilitarias para el mercado de consumo. De modo que cuando en su conclusión cita a Ilich diciendo que un buen sistema educacional debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieran el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas, dotar a todos los que quieran compartir lo que saben la posibilidad de encontrar a quienes quieran aprender de ellos, y dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento, me temo que sólo pide esto para una élite de ciudadanos.
El artículo de Cebrián aspira a menos que los otros y se centra sólo en el papel del profesorado y las nuevas competencias que debería tener para servir a los medios de producción de la forma más competitiva posible dentro de la sociedad de la información. Siendo ese el objetivo coincido plenamente en la relación. Echo en falta dos cosas ¿cuándo y cómo aprende eso un docente? Y no sólo hablo de la formación en las facultades, me refiero a los miles de docentes sin esa formación que forman parte de la institución y trabajan en los centros. Y la otra, como siempre anteponiendo la visión social, ¿Cómo encajan en esas nuevas competencias que necesita un docente, la competencia social, asociativa y empática que necesita el docente para si mismo y para educar? ¿Cómo le pueden ayudar las nuevas tecnologías en esa tarea?
Exceto el de Delors los artículos están hechos contemplando sólo el mundo occidental y sus necesidades. Más en concreto, el de Adell, siendo el más completo, desde mi punto de vista es tecnocéntrico, en ningún momento pone sobre la mesa la visión antropológica, al ser humano lo hace humano estar educado en sociedad y abusa mucho de la educación individual. Los otros dos artículos desde mi punto de vista no ponen en juego un verdadero cambio de paradigma sino una adaptación de las estructuras y roles actuales a la sociedad de la información, pero tengo serias dudas de que esa adaptación por si sola solucione los problemas de la educación y la sociedad que señala Delors.
Mi conclusión y respondiendo a mis preguntas iniciales es que es necesario, y en esto coincido con los cuatro autores, un cambio del paradigma educativo y a ello puede ayudar mucho el impulso que traen las nuevas tecnologías. Pero los principios que han de impulsar este cambio no han de ser los que dicten las fuerzas económicas actuales con su dominio de los mass-media y su visión de la sociedad de la información, sino, como dice Delors los ideales de paz, libertad y justicia social. No se puede plantear el cambio de paradigma educativo hacia una sociedad basada en las tecnologías de la información obviando los verdaderos problemas sociales, las tensiones que describe Delors, que se reflean en el sistema educativo y sus centros.
J.A. Manceras, febrero 2009