Comentario sobre un artículo de Carmen Moguel “Sociedad, familia y medios de comunicación de masas: Jalones para su revisión” publicado en 2007.
Hablamos del papel de la televisión en los hogares y sus contenidos. En este sentido el artículo no tiene que ver con las nuevas tecnologías, hace 15 o 20 años este artículo tendría exactamente los mismos contenidos que ahora. Los contenidos de la televisión en raras ocasiones son educativos, no tienen un código deontológico y el gobierno no hace un papel activo de control sobre un medio que vende una sociedad basada en luchas, peleas, asesinatos, constantemente y por eso, entre otras cosas, el mundo actual es como es.
Para comenzar el artículo la autora hace una revisión de los cambios sociales que están provocando las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, para ello cita al sociólogo José Féliz Tezanos “ [...] nos encontramos ante el desarrollo de un nuevo paradigma de sociedad que nos sitúa ante nuevas tesituras vitales; [...]” y critica el concepto de comunicación espontánea. Luego señala la fisura entre conectados y no conectados para desembocar en como la globalización y los cambios imperantes han modificado “la familia”, tema central del artículo. El marco que plantea para ello es la presencia de la televisión en los hogares y los contenidos que ofrece.
Pienso que en esta primera parte la autora se queda corta, no se puede hablar de nuevos paradigmas sociales si tan sólo vamos a referirnos a los medios y modos de comunicación, es decir, estos cambios no están poniendo en duda el modelo económico (capitalista-consumista) ni el modelo de participación-democracia (delegación cuatrienal, por ejemplo) que afecta a los ciudadanos. Valoro por tanto como pobre el marco de referencia del artículo. Luego, desde el punto en que propone la definición de familia como célula viva de la sociedad me deja una duda ¿Qué es una familia para la autora del artículo? ¿Un hogar con padres y televisores para los cuartos de los hijos? Si hace una interpretación de la sociedad con la base en la familia y no en el individuo, me pregunto ¿Ha hecho la autora un estudio de cuántos individuos deja fuera de su conceptualización esa interpretación? ¿Son ellos pre-excluidos digitales? ¿Se cuentan como no-sociedad? o ¿Los damos por perdidos?
A mitad del segundo párrafo he buscado en internet si la autora tiene relación con el mundo de la educación y me ha sorprendido que pertenezca al departamento de didáctica de la Universidad de Cádiz porque entonces no entiendo la sintaxis utilizada. No entiendo porqué dice que los medios de comunicación han adoptado una responsabilidad (la de educar) que tenía la familia, mientras la escuela lo que tiene es una función. En todo caso podría entender que dijera la escuela ha adoptado la responsabilidad de educar (puesto que rinde cuentas sobre ello) en el vacío creado por las dinámicas familiares actuales ¿pero los medios de comunicación?, para ellos ni es una responsabilidad, ni la han adoptado, ni es educación. En todo caso se trata de adoctrinamiento consumista no responsable y sin rendir cuentas ante nadie.
A lo largo de todo el artículo estoy de acuerdo con el artículo en algunas citas y comentarios que luego se desdibujan al enlazarlo con el marco del artículo, por ejemplo, es cierto que los medios de comunicación de masas son una influencia de tal fuerza que pueden condicionar la educación y sus principios básicos, pero luego cuando se añade que los pluralismos mediáticos amenazan las concepciones morales y éticas de que se aprenden en el hogar familia ya no puedo estar de acuerdo porque asume que cualquier concepción familiar es mejor que cualquiera dada por un medio y además define como malo el pluralismo, que es de lo poco positivo si existiera.
Las conclusiones del artículo son lógicas, efectivamente estamos ante responsabilidades que abarcan a la comunidad socio-educativa, familia, escuela y medios de comunicación de masas. Pero siempre chirría la familia, si hablamos de sociedad y con esto incluimos que hay una responsabilidad de los adultos para con los niños y del estado para con los adultos a los que ha desbordado el cambio tecnológico pienso que hacemos un análisis social más realista y completo.
No me ha gustado nada el artículo. Efectivamente argumenta contra los contenidos televisivos y su poder de influencia, algo cierto, pero lo hace desde una concepción social sectaria, no está fundamentado apenas y es un artículo de opinión en el que en demasiadas ocasiones en la argumentación hay planteamientos no explicados. No aporta soluciones ni para el marco de referencia en que se mueve y mucho menos para un supuesto nuevo-paradigma. Para terminar, lo único que lo contextualiza con las nuevas tecnologías son un par de párrafos en la introducción
Juan Antonio Manceras, marzo 2009